RECOMENDADA POR ORIENTASERIE
El enésimo brote psicótico y la posterior reacción violenta tras una noche de excesos condenan a Daniele a un régimen de tratamiento médico obligatorio durante siete días. Cuando despierta en la habitación del hospital psiquiátrico, Daniele tiene las manos atadas, los recuerdos borrosos y está rodeado de un grupo de «locos», personas con las que no tiene “nada que ver”, como insiste repetidamente a las enfermeras y médicos del centro.
En su misma habitación se encuentran Gianluca, un homosexual bipolar atormentado por una familia estricta que no quiere aceptarlo; Mario, un afable ex profesor de filosofía con un pasado trágico; Giorgio, un niño grande marcado por un trauma infantil y con problemas para controlar la ira; Madonnina, un joven muy perturbado, apodado así porque las únicas palabras que pronuncia se dirigen a la Virgen; Alessandro, en estado vegetativo tras un accidente de trabajo; y en otra habitación Nina, una actriz/influencer, antigua compañera de colegio de Daniele y víctima de impulsos autodestructivos. Son los protagonistas de Todos quieren salvarse, una serie de Netflix inspirada en el libro autobiográfico de Daniele Mencarelli, ganador del Premio Strega Giovani 2020 de Italia.
Un relato coral, delicado e irónico sobre el complejo tema de la depresión, la enfermedad mental y el malestar existencial que aqueja cada vez más a las nuevas generaciones. Aunque se desliza hacia el sentimentalismo fácil, con varios clichés vinculados al escenario protagonista, la serie mantiene el interés del espectador y presenta un retrato esperanzador de la existencia. La sencillez del relato llega al gran público, mostrando con gracia los límites y los méritos de lo que ocurre dentro de un pabellón psiquiátrico. En este sentido, el director, Francesco Bruni, no deja de resaltar la fuerza de la historia, apoyándose en una delicada dirección, que nunca llega a ser intrusiva, en un grupo de actores de gran talento y con una música esencial.
Sentir la vida como una carga, tanto en lo malo como en lo bueno, y no poder encontrar sentido o una explicación a lo que sucede a nuestro alrededor. Esto es lo que dice Daniele durante uno de sus primeros enfrentamientos con los médicos del hospital psiquiátrico. Mientras se interroga sobre las razones de su TSO, arrojando luz sobre las zonas de sombra de su mente, Daniele se enfrenta a sus debilidades, buscando una explicación a ese malestar existencial que a menudo le lleva a refugiarse en el alcohol y las drogas, alterando su comportamiento y generando ira y violencia.
Este es el punto de partida de Tutto chiede salvezza (Todos quieren salvarse), un relato respetuoso que da voz a lo invisible, primero al malestar existencial de Daniele y luego al sufrimiento mental e íntimo de todos los demás personajes. Inicialmente tímido y asqueado, profundamente convencido de que no tiene nada en común con sus compañeros de prisión, durante los siete días de su hospitalización Daniele se involucra en las dolorosas historias de sus compañeros, establece una relación de hermandad con todos ellos y redescubre el sentido de la solidaridad en un entorno estrecho. Por supuesto, no faltan los límites, los celos o las traiciones, pero allí donde hubiera prevalecido la ira, el perdón se abre paso porque es el sentido de comunidad que nace entre las cuatro paredes de ese hospital, entre quienes comparten el mismo destino, el que genera la salvación. Durante este arduo viaje, el protagonista aprende a confiar, no sólo en los médicos, sino también a pedir ayuda, se abre a la escucha y se abre, también, a compartir un dolor real que no se puede banalizar, encontrando consuelo en la poesía, la imaginación, el amor por Nina y la fe.
Esos seres humanos, al principio despreciables a sus ojos, se convierten en preciosos aliados en el renacer del protagonista, especialmente Mario, que le invita a mirar el mundo con otros ojos, precisamente porque sabe que Daniele, en comparación con muchos, puede realmente salir adelante, y le ayuda a redescubrir su talento para escribir.
De este modo, la culpa lacerante y el sentimiento de incapacidad pesan menos, precisamente porque se comparten con alguien que te puede comprender, no sólo en los pocos momentos de alegría, sino también en el dolor. No es casualidad que, cuando la enésima injusticia inexplicable irrumpe en la vida de Daniele, sacudiendo una vez más su alma sensible, el joven sabe que no está solo y se abraza a ese grupo de amigos a los que no les queda más remedio que pararse y rezar.
Aunque parte del punto de vista del protagonista, y se mantiene anclado en él durante buena parte de la narración, la serie tampoco deja de subrayar el malestar de médicos y enfermeras, cínicos, desilusionados y abandonados a su suerte. Una clara crítica a las condiciones de los centros sanitarios y al desinterés general de la sociedad por el tema. También la narración saca a la luz la problemática en las familias: la familia de Daniele, dura pero acogedora, vive en la narración un fuerte contraste con la de Gianluca, criado en un entorno militar rígido y autoritario, y la de Nina, impulsada al éxito por una madre demasiado ambiciosa, más interesada en la fama que en el bien de su hija.
Y éste es precisamente el sentido del título de la serie, en el que la palabra “salvación” no se refiere sólo a los pacientes, sino que abarca una humanidad más amplia de la que el propio espectador forma parte, invitado a acercarse a esta serie con una «mirada libre», como enseña Mario, para valorar algo que suele ser rechazado. Porque, como explica Daniele en uno de los siguientes pasajes, «esos cinco locos son lo más parecido a la amistad que he encontrado, más que eso, son hermanos que me ha ofrecido la vida, que se encuentran en la misma barca, en medio de la misma tormenta, entre la locura y algo más que algún día sabré ponerle nombre».
Marianna Ninni
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