Aconsejado por ORIENTASERIE
Ambientado en el universo de Star Wars, The Mandalorian es el título estrella del nuevo servicio de televisión por cable Disney+ que se estrenó en España el pasado mes de marzo. Tras su éxito en Estados Unidos, la miniserie (ocho episodios con una duración media de 40 minutos cada uno, con una segunda temporada ya publicada y una tercera confirmada), ha llegado a España y no ha defraudado las expectativas.
La historia trata de un misterioso guerrero (el mandaloriano) que trabaja como cazador de recompensas para un gremio de mercenarios sin escrúpulos. Con la cara y el cuerpo siempre cubiertos por un casco y una poderosa armadura, el mandaloriano es, con diferencia, el mejor en la batalla y por eso se le encomienda una misión de gran dificultad, en la que todos los demás han fracasado. Se trata de capturar y entregar -vivo o muerto- a un extraño ser de aspecto similar a Yoda, el Gran Maestro de la Orden Jedi, de La Guerra de las Galaxias, que todavía es pequeño, tanto es así que le llaman «el niño». Será el inesperado encuentro con esta extraña criatura y la relación casi paternal en la que se ve envuelto el protagonista lo que desencadenará en el personaje de Mando (así le llaman) un lento proceso de cambio.
La serie serpentea de planeta en planeta en aventuras cada vez más atractivas, abiertamente inspiradas en el estilo western, en las que el mandaloriano consigue emocionar no sólo al público infantil, sino también a los adolescentes, mucho más exigentes, que se reconocen en un personaje positivo, sin demasiadas florituras, que va al grano y toma las decisiones correctas, a veces pagando personalmente.
La serie, creada por Jon Favreau, director de las películas de acción real El libro de la selva y El rey león, está ambientada en el mundo de “La guerra de las galaxias”, en una época posterior a la caída del Imperio, y antes de la llegada de la Primera Orden. El efecto inicial es ligeramente desorientador: un ritmo dilatado y un uso más bien escaso de las palabras dan protagonismo a la música (de Ludwig Goransson) y a las escenas, que podrían situarse fácilmente en la gran pantalla. Desde el principio queda claro que el objetivo de la serie no es tanto hacernos correr por galaxias persiguiendo a malos de diversa índole, sino más bien sumergirnos en la aventura mucho más emocionante del cambio interior de un hombre: el misterioso mandaloriano. El tono épico de la serie remite abiertamente a los ambientes del oeste: las destartaladas posadas donde se combinan las reuniones para la entrega de prisioneros y el cobro de recompensas evocan el ambiente de los saloon, así como los intensos tiroteos, aunque con droides y robots.
El mandaloriano, interpretado por Pedro Pascal, pertenece a una raza de luchadores especialmente hábiles conocida en toda la galaxia. Al principio, no se sabe nada de él. No sabemos de dónde viene ni a dónde se dirige. Poco a poco, nos enteramos de que sus actos tienen poco de noble, y que su nave espacial -que tiene la singular característica de ser invisible al radar del antiguo Imperio- se dirige a la captura de un criminal por el que se ha puesto una lucrativa recompensa. Lo único que sabemos del protagonista es que odia a los droides, es bastante solitario y no le gusta perderse en la cháchara. Otros pocos detalles esenciales serán revelados episodio tras episodio. El encuentro con lo que los fans de la serie llaman Baby Yoda, aunque su nombre nunca se revela, plantea un problema moral al protagonista. Para proteger a esa pequeña criatura verde de grandes orejas, que despierta una ternura inmediata, pero que en realidad esconde un enorme poder para controlar «la fuerza», el mandaloriano se ve obligado a tomar decisiones inesperadas, ciertamente no las de un cazarrecompensas cuyo único interés es el dinero.
El protagonista no habla, pero cuando actúa lo hace siguiendo su propio código ético, que se resume en el críptico lema de los mandalorianos: “This is the way” («este es el camino»). Y el camino a veces le lleva a proteger a los más débiles, como en el episodio «El refugio», que tiene lugar en el planeta Sorgan, donde una comunidad de pescadores de Krill se ve amenazada por las continuas incursiones de feroces bandidos que roban la cosecha y ponen en riesgo la supervivencia de los habitantes. Aquí no es difícil ver en el mandaloriano algunos rasgos del personaje mítico del universo del oeste e igualmente misterioso, Shane, el pistolero de la famosa pelicula western del 1953.
La esperadísima segunda temporada de la serie de Disney+ (cuyos primeros 8 episodios recibieron 7 premios Emmy, los prestigiosos premios reservados a los mejores programas de televisión, lo que la convirtió en la serie más premiada del año) estuvo a la altura de las expectativas. El vínculo entre Mando y el niño, que descubrimos que se llama Grogu, se fortalece episodio tras episodio, y el protagonista acaba por perder toda duda a la hora de dejar ver sus sentimientos. La creciente toma de conciencia de su papel de padre de Din Djarin es uno de los temas fuertes de esta segunda temporada. Y junto a ello, se hace evidente la necesidad del protagonista de encontrar a otros mandalorianos como él para completar la misión de salvar a Baby Yoda. Reaparecen viejos conocidos, como Mayfeld, uno de los despiadados criminales con los que Mando tuvo que colaborar para liberar a un prisionero de una nave espacial de la República, que revela una profundidad moral insospechada. Y hacen su entrada en la serie personajes conocidos del mundo de Star Wars, como el mandaloriano Boba Fett, y Ahsoka Tano, una guerrera formada en la escuela Jedi, protagonista de la serie de animación «The Clone Wars». En el último episodio (pero ya se está preparando una tercera temporada), será la llegada totalmente inesperada de un personaje ilustre de la saga la que consagre definitivamente a The Mandalorian como un pilar del Universo Star Wars.
Stefania Garassini
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