Seis jóvenes de veinticinco años viven en dos apartamentos adyacentes en Greenwich Village. Ross, el sensible paleontólogo; Rachel, la superficial niña de papá; la neurótica cocinera Mónica; el complejo contable Chandler; la masajista hippie Phoebe; y el presumido aspirante a actor Joey. Siempre juntos. Compartiendo alegrías y decepciones, esperanzas y vacilaciones, amores y celos. Los altibajos de la vida cotidiana en la gran ciudad. A falta de certeza sobre el futuro, los seis encuentran refugio en su micromundo hecho de desenfado, complicidad e ironía.
Friends ha sido más que una comedia de situación. Ha marcado una época y ha inlcuso sentado las bases de nuevas costumbres. La imagen idílica del grupo de amigos, del compañerismo entre iguales, de la pequeña comuna de solteros como modelo de convivencia tolerante, libre y feliz, como una alternativa a la familia y a la inclusión activa en la sociedad, como un entorno en el que se te acepta por lo que eres. El tipo de relaciones más propias de la adolescencia, Friends las traslada una generación más allá, entre los jóvenes adultos.
Atractivos, a la moda, con mucho tiempo libre para pasar en el salón o en el pub debajo de casa, inmersos en la cultura pop (a la que la serie rinde homenaje con numerosas estrellas invitadas, desde Tom Selleck a George Clooney y Julia Roberts), sofisticados en el consumo sin alardear de ello (la ropa casual chic y el mobiliario del hogar). Durante diez temporadas el público ha acompañado de buena gana a estos jóvenes adultos, animado por su simpatía. En la historia que cuenta Friends, se hace real la profunda aspiración humana de tener siempre a alguien a tu lado, incluso cuando no se está a la altura, que es lo que suele ocurrir a los seis personajes. De hecho, las debilidades son la base de los personajes de la serie, un elenco diseñado para contar la inseguridad frente al mañana, que es el tema principal del programa
Marta Kauffman y David Crane crearon la serie inspirándose en un periodo en el que sufrieron dificultades profesionales. Escritores de televisión los dos, no logran ver sus ideas en la gran pantalla por lo que les toca revivir la sensación de incertidumbre y precariedad sobre el futuro que experimentaron al salir de la universidad.
Este miedo a «crecer» en ausencia de referencias fijas o la inseguridad ante responsabilidades que parecen demasiado difíciles de soportar, son dos rasgos comunes de los amigos del programa. Constituye el nudo sobre el que giran, por ejemplo, las historias del primer episodio. Rachel, ante el altar, cambia de opinión y huye con su amiga Mónica; Mónica a su vez, tiene una primera cita con un hombre que, según descubre, ha fingido estar bloqueado sexualmente para compadecerla, hacerle sentir segura y llevársela a la cama; Ross ha sido abandonado por su esposa, que ha salido del armario y ahora sale con otra mujer…
Los momentos de ternura que salpican, escasamente, los acontecimientos del grupo, el reconocimiento de los demás como frágiles y cercanos, son la respuesta a este problema de fondo. Todo ello hace al público apreciar a los protagonistas, los eleva a los ojos del espectador, que es conquistado, por otro lado, por la parte cómica de la serie, que es magistral. El entretenimiento está asegurado por un lado, por el infantilismo de los jóvenes (los 6 amigos son una especie de reverso de los Peanuts: si Charlie Brown es un niño con pensamientos adultos y melancólicos, los seis jóvenes son adultos con comportamientos de un niño menor de diez años), y por otro, por el humor sofisticado (por ejemplo cuando Ross se entera por su mujer lesbiana de que está esperando un hijo y aturdido por la noticia, adopta la misma postura del maniquí neandertal con el que trabaja en el museo: un hombre siempre es un hombre…).
La narrativa de la serie está estructurada en torno a tres máscaras de la comedia judía: el nebbish (el siempre quejica, criticón e incapaz de ser feliz -Chandler y Mónica-), el schlemihl (el torpe, víctima de sus propios actos, el que se ve sometido a la autoridad paterna -Ross y Rachel-), el luftmenschen (que deja de lado el sentido común con sus razonamientos simplones -Phoebe y Joey-). Resulta interesante cómo esta estructuración cómica, nacida en un gueto como forma de defensa por parte de la comunidad aislada, se decline en la serie haciendo agradable una condición mental de separación del mundo adulto.
Aparentemente frívola y ligera, Friends tiene, en el fondo, una fuerte carga progresista. En cuanto a los temas más controvertidos (más en el momento de su estreno que en la actualidad), como la gestación subrogada o el matrimonio entre personas del mismo sexo, la serie ha contribuido a restarles importancia y a hacerlos aceptables para el público general. Entrevistada al respecto, Marta Kauffman respondió: «¿Cómo podría haber sido de otra manera? Éramos un grupo de escritores liberales [la parte más progresista de los demócratas estadounidenses, ed] que escribíamos el programa”.
Paolo Braga
Temas de discusión:
