Maya Stern es una antigua capitana del ejército cuya carrera se ha visto empañada por un escándalo: sin embargo, es readmitida como instructora de pilotos de helicópteros. Tímida y taciturna, Maya lucha contra pesadillas recurrentes, consecuencia directa del trastorno de estrés postraumático provocado por la guerra de Irak, pero también tiene que lidiar con el profundo dolor causado por la pérdida de dos personas muy queridas para ella: su hermana Claire, misteriosamente asesinada en su casa, y su marido Joe, muerto durante un robo en un parque, delante de sus propios ojos. Dos crímenes brutales, aparentemente inconexos, sobre los que siente la necesidad de arrojar luz en virtud de una búsqueda de la verdad que pueda garantizar la justicia y generar algo de paz.
Fool me once forma parte de una serie de adaptaciones televisivas basadas en las novelas de suspense de Harlan Coben, autor que ha firmado un contrato exclusivo con Netflix para transponer unas 14 de sus novelas, creando lo que puede describirse como un auténtico «universo Coben TV». Lanzada en la plataforma a principios de enero, Fool me Once captó inmediatamente la atención de los telespectadores, situándose en primer lugar entre las diez series más vistas, con más de 39 millones de vistas.
La historia se apoya en sólidas interpretaciones, una trama enrevesada con una estructura cautivadora, llena de continuos giros, vueltas inesperadas y numerosas subtramas que, sin embargo, a menudo se desvían hacia la nada. Demasiada frivolidad, credibilidad forzada, ineficacia narrativa y falta de profundidad psicológica juegan en contra de la serie, pero la puesta en escena consigue servir al misterio, los escenarios opulentos y elegantes seducen al espectador, la fotografía y el vestuario denotan cierta atención al detalle, y los continuos flashbacks alimentan la intriga y la curiosidad, incitando al espectador a continuar viendo con expectación y esperanza un final satisfactorio.
El universo de Harlan Coben conquista Netflix
El conjunto de adaptaciones televisivas basadas en las novelas de Harlan Coben y producidas por Netflix representan una fuente inagotable de intrigantes historias de misterio llenas de suspense y con una fórmula ganadora, capaz de garantizar un éxito discreto e inmediato. No es una excepción Fool me once, una serie de televisión con una premisa exagerada pero veraz. Tras enterrar a su marido Joe, Maya lo ve por todas partes, lo que infunde en el espectador la duda de que siga vivo y sienta las bases de un primer misterio en torno al cual arrojar luz. La sospecha de que es víctima de un engaño pone inmediatamente en movimiento a la protagonista, que se embarca en una investigación plagada de escándalos, horrores y secretos: tanto los que se ocultan tras la respetable fachada de la adinerada familia de Joe, como los relacionados con su pasado.
Demasiado ruido para nada
El primer problema real de Fool me once radica en la gran cantidad de temas explorados y de información compartida, y la consiguiente dificultad narrativa para desarrollar cada uno de ellos con rigor y credibilidad. El ritmo es alto, pero se bombardea al espectador con información y personajes que hacen que el escenario resulte confuso y excesivo. Desde el punto de vista estético, la serie cautiva y fascina: nos sumergimos en bellas localizaciones, seducidos por planos bien escogidos, decorados y vestuarios elaborados, pero las numerosas subtramas siguen siendo previsibles y a menudo no se resuelven. Cada personaje está en el centro de una búsqueda de la verdad que genera una espiral de revelaciones, con constantes giros y pistas falsas, carentes de toda tensión emocional o patetismo, virando hacia el vacío y sin permitirnos empatizar con los personajes. Ni siquiera con el personaje de Maya, cuya moralidad está básicamente más relacionada con la venganza personal que con una necesidad directa de justicia.
La sensación es de confusión general, cuyo único objetivo es invitar al espectador a seguir viendo la serie con la remota esperanza de un final sensato. Desgraciadamente, no es así. Cuando llegamos al final, nos enfrentamos a un panorama oscuro y amargo y llegamos a la conclusión de que nosotros mismos hemos sido víctimas de un engaño de más, el engaño forjado por una serie perfecta para el binge watching, pero que no permanecerá mucho tiempo en la memoria del espectador.
Marianna Ninni
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