Recomendado por Orientaserie
Segunda Guerra Mundial: cinco directores de Hollywood se alistan en el ejército estadounidense para realizar películas de propaganda en apoyo a la guerra contra Alemania y Japón. Pero una vez en el campo, cada uno pierde el interés en ser promotor. Y vuelven a casa con algo mucho más valioso que un anuncio bien hecho.
Los cinco que aparecen en el documental de tres episodios y de una hora de duración Five Came Back (basado en el ensayo de Mark Harris, “Five Came Back: A Story of Hollywood and the Second World War”) son Frank Capra, William Wyler, John Huston, John Ford y George Stevens. El itinerario de cada uno es comentado por otros tantos directores actuales, respectivamente Guillermo Del Toro, Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Paul Greengrass y Lawrence Kasdan, acompañados por la voz narradora (en la versión original) de Meryl Streep.
El relato de esta breve (pero intensa) página de la historia del cine parece querer dar la razón a un hecho: fue cuando estos cinco hombres volvieron del frente cuando hicieron sus mejores películas. En su filmografía se reconoce un antes y un después: en medio, las llamas de la guerra.
¿Cómo es posible? ¿Qué pudo pasarle a este grupo de “peces fuera del agua” que acabaron bajo el rugido de los cañones?
Un artista con tres premios Oscar al mejor director (Capra); un cineasta consagrado pariente del gran productor Carl Laemmle (Wyler); el hijo del actor Walter Huston (Huston); un pilar del arte cinematográfico (Ford); el rey del cine de entretenimiento (Stevens). Personas que, en apariencia, lo tenían todo: estima, éxito, poder, dinero.
Pero todo esto no fue suficiente para que los protagonistas de este singular viaje se quedaran donde estaban: al estallar la guerra en Europa (1939) y tras la emboscada japonesa en Pearl Harbour (1941), decidieron salir de Hollywood para dirigirse -en palabras de Steven Spielberg- «allí donde no hay guión», donde no se presupone ningún final feliz, al centro de la mayor guerra que ha visto el mundo.
Hay que admitir que Five Came Back no es del todo clara en su intento de descifrar las esperanzas y objetivos (secretos) que llevaron al grupo a renunciar a su tranquilidad, su carrera y su familia por encima de todo. Pero lo que sí es cierto es que los cinco se lanzaron a una búsqueda que ninguno de ellos, por muy hábil que fuera en la narración audiovisual, había intentado antes: producir un metraje capaz de vigorizar el espíritu del pueblo estadounidense, para que éste, a su vez, apoyara el esfuerzo bélico. Todo ello en una guerra de carretes contra el entonces campeón reinante de la propaganda internacional: Adolf Hitler. Es significativa, en este sentido, la desproporción que siente el pequeño Frank Capra frente a las monumentales películas nazis de Leni Riefenstahl.
Pero al final, a lo largo de sus sinuosos itinerarios (de las islas Midway al norte de África, de Europa Central a las islas Aleutianas, a Rusia, etc.), cada uno de los cinco se dio cuenta de que la guerra era un monstruo mucho más feo de lo que habían imaginado, y que hacer propaganda de ella no era algo que les diera realmente satisfacción.
Sus primeros documentales no sólo no obtuvieron la respuesta deseada por parte del público estadounidense, sino que la realidad con la que se encontraron no se ajustaba a la pura celebración. Por muy brutal que fuera (o tal vez incluso por ello), esa realidad acabó atrayendo cada vez más su mirada, hasta que decidieron, uno tras otro, no retroceder, atreverse a observarla hasta el final, a penetrar en el submundo. Una elección absolutamente libre, que iba más allá o incluso contradecía (como en el caso de John Huston) las peticiones de su gobierno, pero sin la cual no tendríamos hoy testimonios de valor insustituible (en primer lugar, los recogidos por George Stevens).
Sobre todo, no habríamos visto los efectos misteriosos y a la vez beneficiosos que el trauma de la guerra tuvo en las películas que hicieron una vez que regresaron a Hollywood: es el caso de William Wyler y Frank Capra, que intentaron una nueva dramaturgia que, sin renunciar a la entonces (buena) costumbre de Hollywood de abrir a los espectadores a la vida, lo hicieron sin evitar la oscuridad en la que esos mismos espectadores se encontraban en ese momento, es decir, la guerra y sus secuelas. Al contrario: Los mejores años de nuestra vida, de Wyler, y la sempiterna Qué bello es vivir, de Capra, ambas con un título cuanto menos optimista, tienen sus raíces en esa misma oscuridad, en la experiencia vivida en el frente.
De hecho, como parece sugerir Five Came Back, es precisamente el no tener miedo a atravesar la realidad con todas sus luces y sombras donde se esconde el secreto del verdadero «coming back», del verdadero regreso. Un regreso que es sinónimo de volver a la vida.
Marco Maderna
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