Las relaciones entre profesores y alumnos no son raras en la historia. ¿Quién no recuerda, aunque sea de oídas, el episodio medieval del teólogo Abelardo y su joven alumna Heloísa? La relación terminó de forma dramática, pero el amor entre ambos dejó una huella indeleble que inspiró a escritores y poetas. Incluso en la actualidad, como el caso del actual Presidente de Francia, que comenzó un romance a los 16 años con su profesora Brigitte, una cuarentona casada y con tres hijos. No se trata de casos aislados, los autores de A Teacher han dicho que se inspiraron en numerosas noticias. La serie, basada en la película del mismo nombre, tiene el mérito de querer profundizar en este controvertido y difícil tema.
La serie se desarrolla en Texas en el curso 2013-2014; Claire Wilson, tras dar clases en secundaria, comienza su primer año enseñando inglés en el Instituto Westerbrook de Austin, la ciudad donde creció. El aburrimiento, las insatisfacciones personales y su pasado la llevan a buscar emociones cada vez más fuertes, hasta que comienza una relación sexual con el alumno más inteligente de su clase. Episodio tras episodio, el espectador es conducido a un descenso a los infiernos que tendrá consecuencias devastadoras para las vidas de los dos protagonistas y sus familias. Los autores han descrito hábilmente la dinámica del mal cometido, que siempre empieza por cosas pequeñas y luego arroja a un abismo del que es difícil salir y cuyas consecuencias duran años. Incluso las escenas de sexo, que son bastante fuertes, no invitan en absoluto a la emulación, sino que provocan asco por esas formas de relación vacías y viciosas. Por tanto, hay muchas oportunidades para reflexionar con los hijos adultos sobre los temas de la atracción del mal, la fragilidad en la adolescencia, la sexualidad desordenada y las consecuencias de vivir guiados por las emociones y los sentidos y no por la razón.
Todo comienza con un lápiz de labios: el robo de éste en el supermercado, y luego el color del lápiz en sus labios. Los avisos de «Atención» y «Advertencia» en el parasol de su Volvo son inútiles: está claro que Claire está entrando en territorio peligroso. Sonríe y se mira al espejo con suficiencia: es hermosa y lo sabe. Por la noche, le cuenta el episodio a su marido Matt, que no la reprocha, pero se distancia de ella y le dice que es extraño lo que ha hecho.
Más adelante, comienza el nuevo trabajo de Claire, en el Instituto Westerbrook. En clase, lee a sus alumnos de último curso un poema de Dylan Thomas sobre la importancia de luchar contra el propio destino. El poema parece estar dirigido a ella misma, de 32 años, encantadora pero insatisfecha con su destino, sin hijos, sin siquiera un perro y con un marido al que tal vez no ame. Las únicas veces que sonríe es cuando hace algo prohibido o travieso. La oportunidad de escapar no tarda en surgir de su relación con uno de sus alumnos, Eric Wilson, que necesita ayuda para aprobar el examen SAT, necesario para entrar en la universidad. El sueño de Eric es conseguir una beca para asistir a la Universidad de Texas. Claire se ofrece a ayudarle con clases particulares. Desde el primer encuentro casual en la cafetería donde trabaja el chico, Claire se entrega a pequeñas indiscreciones y confidencias que uno no debería hacer a su propio alumno. Pero Eric parece mayor que su edad, es muy guapo y brillante, y Claire pronto descubre que se siente atraída por él. Así, desde en el primer episodio, un sábado por la mañana, le dice a su marido que va a salir a encontrarse con su compañera de clase Kathryn, cuando en realidad va a la cafetería a darle clases a Eric. Antes de salir, se prepara bien en el espejo, cuidando de llevar una camiseta escotada.
Entre profesores y alumnos puede establecerse una relación muy estrecha de confianza y orientación, y es un grave riesgo querer confundir el tipo de relación o incluso abusar de ella. Es así que Claire, la maestra, la «niña buena» que llegó virgen a su boda, la adolescente que tuvo que hacerse cargo de un padre alcohólico, abandona poco a poco toda contención y se deja llevar, luchando contra su destino como dice el poema de Dylan Thomas. Eric se siente ciertamente atraído por ella y por la posibilidad de conquistarla, pero es la imprudente profesora quien da el paso definitivo, invitándole a tener sexo con ella. La dirección acentúa hábilmente a través de la música y la fotografía los momentos en los que Claire cede a la seducción del mal. Mentira tras mentira y relación sexual tras relación sexual, la relación dura unos meses, hasta el trágico epílogo que tiene el mérito de mostrar las consecuencias nefastas de esa relación en el muchacho.
Maximiliano Cattaneo
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