Producida por Shonda Rhimes (creadora de algunos importantes éxitos televisivos de larga duración, como Anatomía de Grey, Scandal y Cómo defender a un asesino (How to Get Away with Murder) y basada en la serie de bestsellers de la autora estadounidense Julia Quinn, Bridgerton es un drama de época ambientado en una Inglaterra colorida y fantasiosa, que se corresponde aproximadamente -al menos en lo que se refiere a vestuario y decorados- con el período de la Regencia, es decir, la segunda década del siglo XIX.
La protagonista de la serie es la familia Bridgerton -formada por una madre y ocho hijos (cuatro hombres y cuatro mujeres)- y, en particular, en esta primera temporada, la hija mayor, Daphne. Tras su debut en la sociedad, Dafne tiene prisa por encontrar un marido, uno que esté a la altura de sus gustos y que, al mismo tiempo, cumpla con las expectativas de su familia y de todos aquellos que tienen sus ojos puestos en ella. En un intento por atraer a más pretendientes y de liberarse, al menos parcialmente, de la estricta tutela de su hermano Anthony (que se convirtió en el cabeza de familia tras la muerte de su padre), Daphne llega a un extraño acuerdo con el duque de Hastings, uno de los solteros más cotizados de la alta sociedad: ambos fingirán tener un romance con el fin de atraer pretendientes para Daphne y liberar al duque de las miradas de las jóvenes londinenses en edad de casarse y de sus madres. A pesar del plan aparentemente perfecto, los sentimientos, un viejo juramento que el duque hizo a su padre moribundo y la engorrosa y, a la vez, invisible presencia de Lady Whistledown (seudónimo de la autora de unos misteriosos panfletos que desvelan los secretos y escándalos de la alta sociedad) acabarán complicando las cosas…
Aunque muchos han definido la serie Bridgerton una especie de “versión de época de Gossip Girl”, en realidad el papel de Lady Whistledown ocupa en la serie un espacio bastante limitado, dejando el primer plano a la evolución de la relación entre Daphne Bridgerton y Simon Basset, alias el duque de Hastings. Bellos, jóvenes y fascinantes, (sobre todo él, interpretado por el actor inglés Regé-Jean Page), su historia se desarrolla sobre el fondo de una Inglaterra que parece sacada de los libros de Jane Austen y del periódo de la Regencia, declinada en clave moderna y apetecible para el público actual. El objetivo de la serie no es precisamente parecerse a una época histórica concreta, sino el entretenimiento ligero y chispeante, así que luz verde a los trajes de época fastuosos, a las residencias de cuento de hadas, a los bailes de máscaras, a los picnics en el jardín, etc.
Lo más interesante de la serie -que de otro modo podría correr el riesgo de perderse en una historia de amor de cuento de hadas, un poco previsible en cualquier caso- es que la boda no es la meta, el objetivo final que alcanzar después de muchas vicisitudes y obstáculos, sino el acontecimiento que divide la historia en dos, estableciendo un antes y un después bastante claros. De hecho, es bastante raro ver en el cine o en la televisión historias románticas que cuenten lo que ocurre después de la boda. Bridgerton lo intenta, pero no parece tener fuerza para profundizar, limitando el espacio de la confrontación constructiva e interesante entre los personajes y centrándose casi exclusivamente en el componente físico y erótico, con numerosas escenas que insisten en sus “performance” sexuales.
Aunque este elemento parece haber atraído, por un lado, a un cierto tipo de público, (sobre todo femenino, amante de las historias románticas y de tonos melodramáticos), no permite, por el otro, que la serie profundice en temas importantes, que están presentes de modo inicial. Entre ellos, el conflicto -no del todo resuelto- de la mujer-objeto, que sólo puede realizarse en el matrimonio y que tiene que esperar pacientemente a ser “elegida” por un hombre, y la mujer-sujeto, que reivindica su propia autonomía y lucha por su felicidad. La serie está llena de personajes femeninos potencialmente interesantes: desde la reina de color que se sienta en el trono y hace las veces de un marido mentalmente inestable; a Eloise, la hermana de Daphne, que rechaza seguir sus pasos y adaptarse al papel que la sociedad le exige; a Siena, la cantante de ópera amante de Anthony Bridgerton que lucha entre un amor imposible y la necesidad de protección y estabilidad y al personaje de Lady Whistledown, que desvela los secretos de los demás para ocultar sus propias debilidades. Es una pena que ninguno de estos personajes haya sido desarrollado más, probablemente para no quitar importancia a los protagonistas, ni frivolidad a la trama. Bridgerton queda entonces como una serie visualmente atractiva y un poco frívola, que llena los ojos pero no la cabeza.
Cassandra Albani
Temas de discusión:
El 25 de marzo de 2022, Netflix estrenó la esperada segunda temporada de Bridgerton. Mientras que la primera temporada giraba en torno al enlace romántico entre Daphne Bridgerton y el duque de Hastings, los nuevos episodios presentan al hijo mayor de la familia Bridgerton, Anthony, que está decidido a encontrar una esposa acorde a su posición y que sea perfecta en todos los sentidos, sin importar el aspecto de amor, que sólo ve como una fuente de debilidad y dolor. Anthony se interesa por la joven Edwina Sharma, una chica encantadora que ha llegado de la India con su madre y su hermana Kate, quien está dispuesta a hacer cualquier cosa para proteger a Edwina y evitarle un matrimonio infeliz con el notorio libertino Anthony Bridgerton. Sin embargo, como en las mejores historias de amor, la conflictiva relación de Anthony y Kate está inexorablemente destinada a convertirse en algo más…
En comparación con la primera temporada, que se centraba en la atracción física y en las numerosas escenas eróticas entre los dos protagonistas, esta segunda temporada se ajusta más a los estándares de una serie romántica de época. Está la relación de amor-odio entre Anthony y Kate, están los malentendidos, las discusiones, las bodas que se suspenden ya en el altar, los bailes y todo el corolario típico de este género, mientras que las escenas de sexo se reducen al mínimo y llegan muy tarde en la serie. En el fondo de la historia seguimos viendo a los otros hermanos Bridgerton y a las diversas familias de la alta sociedad con las tramas que ya conocemos: Benedict intentando entrar en la escuela de arte, Daphne cumpliendo por fin su papel de esposa y madre, Eloise continuando su investigación sobre la identidad de Lady Whistledown…
El resultado es una temporada que se centra menos en el escándalo, pero que explora mejor la psicología de los personajes, contando una historia de amor quizá más convencional, pero también más creíble en su evolución y, por tanto, en muchos sentidos, más emocionante. Bridgerton 2 también tiene un fuerte tema central, a saber, el conflicto entre las razones de la cabeza y las del corazón. ¿Es correcto renunciar a la propia felicidad en nombre del deber y la responsabilidad?